jueves, 10 de noviembre de 2011


Conferencia de Jaime Garzón 1997, un espejo vivo de nuestra realidad

Los que olvidan su pasado están condenados a volver a vivirlo y ese es el caso de Colombia. La conferencia que Jaime Garzón dictó en la Universidad Autónoma de Occidente en 1997, con motivo de la celebración del mes del periodista, se aplica como si fuera una hecha hace pocos minutos. Cualquiera que me preguntara yo diría que sus palabras (las de Jaime) son como las “crónicas de una realidad anunciada”, TODO absolutamente TODO lo que él dijo en dicha conferencia sobre la realidad del pueblo colombiano no ha cambiado hasta la fecha a excepción de que en su momento las elecciones presidenciales se departían entre los candidatos Horacio Serpa, Andrés Pastrana y Nohemí Sanín.



De lo que él dijo en la conferencia aún en las escuelas e instituciones colombianas nos dan una educación mecanizada y desbordada de conocimientos que se alejan de lo que necesitamos. Nos quieren rellenar la mente de conocimientos que a la larga individualizan cada vez más a las personas. Todo lo que se enseña no tiene nada que ver con las necesidades del pueblo colombiano. De nada sirve saber que la raíz elevada al cuadrado de cuatro nos es dos sino el valor absoluto de dos, de nada sirve eso si no podemos aplicar eso a lo que en colectividad necesitamos todos, RESPETO. No sirve hablar de que hoy en día ya no hay una educación tradicionalista sino una escuela activa cuando a larga el fin de ambas es llenarnos de conocimientos, sea de una u otra manera. Nadie dice que saber sea malo, lo malo es que esos conocimientos que el hombre trata de entender para explicar de donde viene y hacia donde va, sólo lo alejan a uno de lo que es, de lo que debe hacer y de lo que uno necesita. Como dijo Jaime “no hay una distancia que cierre entre lo que le enseña al colombiano y lo que necesita…. Todo esto se debe, todo ese sin saber para donde vamos, se debe a que no tenemos un propio reconocimiento de nuestra propia identidad”.

Lo que le pasa a la educación Colombia es que se extravía de la realidad del país. De todo lo que él dijo, una de las pocas cosas que ha cambiado es el conocimiento que él tenía sobre los 105 elementos químicos que existían en su momento, en la actualidad son conocidos 131 y va en aumento el descubrimiento de otros tantos.



A nivel ambiental, él tenía razón en lo que dijo, que el cambio empieza por ser cívicos, respetar el espacio del otro, no abrir la ventana del carro para botar un papel o basura, no fumar para irrespetar el espacio del otro, entre otras muchas verdades son las que TODOS conocen pero de lo dicho a lo hecho, hay mucho trecho. Con el agravante de que todavía seguimos creyendo que “esto no es mío”.



La participación ciudadana desde entonces y hasta ahora sólo se limita a hacerle la barra aun candidato político. Como si fuera una tradición familiar (en este caso colombiana) el “pesimismo” que él decía, o la actitud costumbrista y cómoda ante la existencia se traduce en la “ley del menor esfuerzo” como Jaime lo llamaba. Aún hoy, el pueblo colombiano vive como en un estado letárgico, yo haría la analogía que muchos somos con un enfermo en un hospital en estado vegetal o de coma, pero mientras eso sucede un médico inescrupuloso roba la sangre para su propio beneficio (nos roban los impuestos). Creemos que con sólo participar en la campaña política de alguien estamos contribuyendo a “un mejor país” luego que se terminan las elecciones, termina nuestra democracia. Votar es el primer paso pero la idea es hacerlo a conciencia no siendo influenciados por vanas promesas de cualquier persona que plante una utopía innovadora y eficaz. Si los jóvenes que somos el futuro no asumimos la dirección del país que Dios nos dio y que nos vio nacer, ningún “súper héroe” de verdad vendrá a salvarnos. Nuestro problema siempre ha sido que hasta ahora no tenemos una conciencia colectiva, nuestros esfuerzos no van dirigidos a ese fin cuando el bienestar es un compromiso de todos, por el contrario nuestra posición es cómoda e individual ante la vida.



Además cómo  Garzón lo decía en su momento, el Gobierno se debate entre el dilema “existo no existo”, existe para cobrarnos los impuestos, ivas, catastro, etc... pero no existe para lo que realmente elegimos a los funcionarios públicos, para que en medio de todo el dinero que damos por lo menos nos den salud, educación (que ahora con el cuento de la reforma a la ley 30...), etc.. derechos que nos pertenecen.

Padecemos en silencio, sirviendo a los que elegimos para que nos sirvieran a nosotros. Jaime Garzón se hacía muchas preguntas un de ellas era que ¿dónde está el dinero que le explotan a Yopal esa famosa petrolera? Aún hoy después de 14 años nuestras preguntas empiezan por el mismo enunciado ¿dónde está el dinero de…? y esas de hace 14 años no han tenido respuesta hasta ahora. Si no reaccionamos y no hacemos uso a conciencia de elementos que nos brinda la constitución como lo es el voto, los ricos seguirán imponiéndonos gobernantes. Los derechos humanos que tanto defiende la constitución aún siguen en el papel de la carta magna y nosotros seguimos sin entender. Mayor es el ejemplo que nombró Garzón sobre los indígenas Wayuu, cómo sí ellos pudieron en mejores palabras entender el artículo 11 de la constitución entendiéndolo como: “Nadie podrá ser llevado por encima de su corazón a nadie, ni hacerle mal en su persona aunque piense o diga diferente”. Como dice Jaime Garzón, “con ese lema, podremos salvar al país, por lo menos nuestros hijos van a tener un país mínimamente más agradable” esos hijos somos nosotros pero las cosas no han cambiado, nuestros padres no usaron ese lema y ahora las cosas están peor que antes.



Aún nos seguimos riendo de la crítica política que Jaime Garzón hacía, hoy en día sólo unos pocos hacen lo mismo pero no tan abiertos y contundentes como las que hacía él, tal vez porque con su muerte la gente tiene un miedo aún  mayor de salir y decir la verdad así como él lo hacía con su pequeña esperanza de que algo quedara en los oyentes y aún hoy le seguimos diciendo “humor político”, riéndonos a carcajadas de nuestra cruda e infeliz realidad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario